Víctor García ‘Pillo’ | @VictorG_Pillo
Después del varapalo de Croacia era un partido complicado, difícil de jugar, sensaciones de negatividad rondarían la cabeza de todos. Estaba en juego algo más que la victoria. Recuperar sensaciones, recuperar autoestima, conseguir que el equipo ”disfrutara” sobre la pista; en definitiva, lógicamente además del resultado, el objetivo era aprovechar la oportunidad para salir del profundo pozo en el que nos sumergió la dolorosa derrota con Croacia.
Todos estos fantasmas revolotearon sobre la pista en los primeros minutos del partido, titubeantes, dubitativos, fiel reflejo de la tensa situación que acuciaba al equipo. A medida que pasaba el tiempo los hispanos fueron cogiendo ritmo, jugando cómodos y sin ataduras, de tal forma que, sin cuajar un gran partido, se impusieron con claridad al conjunto rumano 24-36.
En esta ocasión el 6:0 defensivo que, de inicio, planteó Jordi fue con 1 solo cambio, mantenía el bloque de la zona central con Dani Dujshebaev y Peciña, que entraba en defensa por Alex Dujshevaev, dejando a Abel Serdio y a Agustín Casado en los segundos.
Sin estar al mejor nivel, sí mejoramos en actitud, agresividad y anticipación, en ocasiones incluso con excesiva profundidad, sobre todo en zona de los segundos, habilitando mucho espacio para el deslizamiento de pivote y provocando desajustes con el defensor central de la zona. Esta situación se solventó en el 2º tiempo.
Para mayor seguridad y confianza de sus compañeros, Pérez de Vargas empezó a tocar balones prácticamente desde el primer minuto (se fue al descanso con un sobresaliente 7/19, 37% y 14/18 37% al final) lo cual produjo un triple efecto:
.- Insufló dosis de confianza, aquella que tanto necesitaban los defensores.
.- Permitió que España pudiera hacer su habitual juego rápido tanto en contrataque directo como en segunda oleada.
.- Y por último evitó que el potente ataque rumano cogiera confianza en su lanzamiento exterior, probablemente su mejor arma de ataque.
Nuestro ataque posicional fue más efectivo que vistoso. Con relativa simpleza y facilidad, superaba el 6:0 planteado por Pasqui, que se convertía en 5:1 cuando circulaban alguno de nuestros extremos, pasando su oponente directo a ubicarse en la posición de avanzado.
A pesar de las pérdidas de balón que se acumularon en los minutos iniciales, el juego hispano ya era reconocible y sin grandes alardes se plantaron al descanso con un esperanzador 12-17. En el segundo tiempo todo vino de cara.
El juego de ataque posicional mejoró notablemente con la entrada de Tarrafeta y Cañellas. Sacrificamos un poco el lanzamiento exterior de Dani Dujshebaev e incluso Casado, pero ganamos en verticalidad, ritmo, creatividad y juego combinativo. Fueron los mejores momentos de juego de ataque del campeonato.
Por momentos Ribera diseñó el 6:0 utilizando 3 cambios defensa ataque Peciña-Viran y Maqueda entraban por Tarrafeta-Serdio y Alex Dujshevaev.
La extraordinaria eficacia del ataque evitó que los rumanos sacaran provecho de esta situación.
En definitiva, que “xa non chove tanto”, victoria balsámica, una buena dosis de autoestima que será necesaria para el durísimo partido que nos espera el martes con la selección austríaca.