El partido se planteaba en términos similares al del sábado pasado con Chile. Pero la manera de afrontarlo por nuestra selección fue diametralmente opuesta. En esta ocasión los hispanos salieron enchufados y sin errores, con claras intenciones de sacar del partido a los iraníes lo más rápido posible.
Inicialmente España se plantó en defensa con 5:1 con Kauldi Odriozola de avanzado ocupando la posición de exterior Álex Dujshebaev. En el centro de la defensa Sanchez Migallón. Lo cierto es que el sistema rindió a buen nivel, eso sí, ayudado por una poco habitual puesta en escena de los de Vujovic, que, de inicio salió con su segunda unidad dejando en el banquillo sus, hasta ahora, mejores jugadores de ataque, el lateral izquierdo Sadeghi, el central Norouzinezhad y el extremo izquierdo Heidarpoour. Solo el lateral derecho Oraei (muy interesante jugador) formó parte del 7 inicial.
La diferente forma de encarar el partido se puso de manifiesto muy pronto en el marcador. En el 8’44” ya reflejaba un 2-6 favorable a los hispanos. Vujovic paró el partido con su primer tiempo muerto. A medida que España cogía las riendas del partido con, prácticamente, todas sus acciones exitosas tanto defensivas y ofensivas; los asiáticos se descomponían a pesar de que Vujovic lo intentaba todo.
Quizás demasiado rápido, cambió todo lo que podía cambiar. Empezó con defensa 6:0, que solo duró unos minutos, el “novedoso” 7 inicial cedió su puesto a los que todos esperábamos de inicio; jugó 7×6 con resultado deficiente; intento espolear a sus jugadores castigando con banquillo cada error individual… ninguna decisión fue efectiva para cambiar el plácido discurrir del partido para los hispanos. Al descanso, 11-21 clarificador de lo ocurrido.
Veselin Vujovic, junto con N. Karabatic, en mi opinión, son los jugadores más completos de la historia y mi admiración hacia ambos es importante. Al margen de su calidad, los dos tienen carácter ganador, indomable y rebelde.
Como entrenador, Vujovic trata de inculcarle a sus equipos esos valores. Un equipo de Vujovic compite al límite cada acción de cada partido. Hay que ganarle por méritos, no regalar nada. Pero a nadie se le escapa que, en muchas ocasiones, todo eso no basta. Es más, puede llegar a ser contraproducente. Ante España, por momentos, los jugadores iraníes transmitían sensaciones de frustración, de incapacidad para reaccionar a la secuencia de decisiones rápidas y drásticas que adoptaba su entrenador en poco espacio de tiempo.
En esas circunstancias fueron presa fácil para unos hispanos con la lección aprendida, haciendo su trabajo desde el minuto inicial con sobriedad y acierto. Despacharon la papeleta en 15’.
¿El resto de partido? Pues una buena sesión de entrenamiento en la que Jordi utilizó diferentes alternativas de juego menos habituales dosificando esfuerzos y metiendo ritmo competitivo a Cañellas y Valera.
A pesar de las malas sensaciones que transmiten los polacos, con pocas opciones de pelear por los cuartos, seguro que nos pondrán en más de un apuro.