Los recién terminados Juegos de Río de Janeiro fueron el primer gran torneo donde se estrenaron las nuevas normativas entre las cuales tenemos la posibilidad de atacar con 7 jugadores, cambiando al portero y sin la necesidad de utilizar el clásico peto. Muchos teníamos la curiosidad de cómo se utilizaría tratándose del primer gran evento en categoría absoluta en el que se podía aprovechar esta norma. A lo largo del torneo hemos visto que varios equipos lo utilizaban de manera puntual, especialmente en las inferioridades, pero la gran sorpresa del torneo llegó en la final, cuando Dinamarca utilizó la nueva norma desde el pitido inicial para sorprender a Francia. Durante 17 minutos la selección de Guðmundur Guðmundsson atacó con 7 jugadores y he querido analizar y dar mi punto de vista sobre la táctica utilizada durante los primeros minutos del encuentro por la selección que a la postre se proclamó campeona olímpica.
Bajo mi punto de vista entendí la decisión de atacar con 7 jugadores como una estrategia para sacar provecho en tres puntos que explicaré pormenorizadamente a continuación:
Inestabilidad defensiva: cuando un equipo prepara un partido tan importante como una final se estudia al dedillo cómo juega el rival. pero evidentemente no se puede tener controlado al 100% todo lo que va a hacer tu rival. Cada equipo siempre trata de sorprender para que se sienta lo más incómodo posible. En todo partido de estas características se necesita un proceso de estabilización tanto del ataque como de la defensa. Este proceso será mayor o menor en función de si lo estudiado previamente concuerda o no con la planificación que ha hecho el rival. En este caso Dinamarca consiguió sorprender a Francia atacando con 7 jugadores tal y como vemos en la imagen que es portada de este artículo. La selección gala consiguió defender muy bien a base de intensidad y dando mucha responsabilidad a los exteriores, cuya defensa de disuasión al lateral era fundamental para ralentizar la movilidad del balón de la selección danesa (Guigou es muy bueno defendiendo este 1 para 2 y sacó provecho de la situación). El trabajo de la selección francesa fue muy bueno pero no lo suficiente como para estar tan cómoda como lo está en tantas otras ocasiones, lo cual es lógico, pues estaba defendiendo con un hombre menos.
En el momento en el que Francia se empezaba a encontrar más cómoda y el cansancio se comenzaba a notar en las tomas de decisiones de la selección danesa, Guðmundur Guðmundsson decidió prescindir del séptimo jugador y volver a la normalidad. Aquí volvía a comenzar un proceso de estabilización para la defensa francesa, el cual tuvo que coincidir irremediablemente con las rotaciones propias de los últimos minutos de la primera parte, lo cual permitió a Dinamarca tomar ventaja en el partido. Con todo esto, Dinamarca logró con la utilización del séptimo atacante durante los 17 primeros minutos que ese proceso de estabilización del 6:0 francés, con los hombres habituales, se tuviera que retrasar hasta el comienzo de la segunda parte.
Desgaste físico: durante esos 17 primeros minutos de partido Dinamarca atacó con uno más y lo hizo muy bien. Movió con paciencia y buscó a base de movilidad lanzamientos claros. Para combatirlo Francia tuvo que tirar de piernas y aumentar mucho la intensidad defensiva. La selección de Claude Onesta fue capaz de contener al ataque danés pero lo tuvo que hacer a base de mucho esfuerzo y mucho trabajo de piernas. En esta imagen vemos como Nikola Karabatic, que defendió en un segundo desde el inicio del partido, se veía obligado en alguna ocasión a llegar hasta Morten Olsen, central de Dinamarca, y como se quedaba un 1 para 2 en la zona exterior, situación que resolvió Guigou a las mil maravillas pero que Valentin Porte no resolvió tan bien.
No podemos saber a ciencia cierta la incidencia directa que tuvo la utilización del séptimo atacante danés en el cansancio de los jugadores franceses pero lo cierto es que los jugadores más importantes llegaron muy justos a los últimos minutos. Especialmente curioso fue el caso de Nikola Karabatic que, durante los últimos minutos de la primera parte, tuvo que tomarse un descanso, tanto en ataque como en defensa, algo inusual. Y aún así llegó muy cansado a los últimos minutos. Es cierto que tratándose del último partido de un torneo tan exigente es algo normal pero viendo cómo llegaron físicamente ambos equipos al final del partido podemos llegar a pensar que la exigencia a la que se vio sometida la defensa francesa durante los primeros minutos de partido tuvo su efecto en el final del encuentro. Además, pudimos percibir que cuando más cómodo se encontró Francia tácticamente fue cuando más cansados estaban sus jugadores, en el sector final del partido.
Búsqueda de lanzamientos claros: Dinamarca salió con la idea de aprovechar al máximo la superioridad numérica en cada ataque. La movilidad de balón fue la protagonista del juego danés durante esos 17 minutos y fruto de ello llegaron lanzamientos muy claros tal y como vemos en esta imagen en la que Toft Hansen queda totalmente solo en la linea de 6 metros.
Dinamarca posee extremos de mucho nivel, en este caso con Casper Mortensen y Lasse Svan Hansen, y eso hace que se pueda sacar un mayor provecho de la utilización del séptimo atacante. Sabedores de que sus porcentajes de efectividad son muy altos hicieron llegar los balones a los extremos, abriendo mucho a la defensa francesa. Fruto de esto y de la movilidad de balón de la que hablaba anteriormente llegaban momentos donde aparecía la situación clara que buscaban, ya fuera porque la defensa francesa no llegaba a cerrar un espacio o porque no llegaba a tiempo a una salida, en el caso de Hansen si le dejas llegar a 8 metros libre, como vemos en la siguiente imagen, estás muerto.
A la hora de aprovechar esta nueva norma, a través de la cual Dinamarca atacó con uno más durante 17 minutos, la contrapartida es la asunción de unos determinados riesgos que no se asumirían con un portero en la portería. Cada error se paga con un gol en contra. El equipo que asume este riesgo debe mostrarse prácticamente impecable en las tomas de decisión y en la ejecución de las mismas, algo que se conseguirá gracias a la calidad individual de los jugadores que están en pista y gracias a la preparación de cada uno de los procedimientos que se van a jugar. Dinamarca, claramente no está exenta de calidad, y demostró durante la final olímpica haber preparado perfectamente la utlización de los 7 atacantes. Por eso, el saldo de esos primeros 17 minutos fue positivo.
Habrá quien diga que Dinamarca regaló 3 goles, pues Guigou metió 3 goles a portería vacía pero teniendo una visión objetiva de lo sucedido en la pista la realidad dista mucho de esta afirmación. Durante esos 17 minutos Dinamarca cometió tres errores (más un blocaje de Luka Karabatic a Hansen que acabó con el balón en poder de la selección danesa y otro error de lanzamiento de Noddesbo, completamente solo, que también acabó con el rechace en manos de Dinamarca). Dos de ellos fueron robos de Guigou gracias a su magistral defensa al impar y otro fue un lanzamiento de Lasse Svan tras un muy buen fly que acabó deteniendo Omeyer. Éste último fue el único ‘regalo’ que le hizo Dinamarca a Francia, pues el rechace acabó en manos de Guigou, que lanzó desde su campo para hacer gol. Las otras dos situaciones no las podemos considerar regalos, pues hubiera portero o no, ambas hubieran acabado con un contraataque individual de Guigou. El extremo francés del Montpellier tiene una efectividad superior al 80% en estas situaciones de juego (del 90% durante estos Juegos 2016). Por lo tanto la probabilidad de que hubiera metido ambos lanzamientos estando Landin en porteria hubiera sido (concediéndole una eficacia del 85%) del 72%. Es decir, lo normal es que hubiera metido ambos goles hubiera alguien o no en la portería.
Por contra, Dinamarca, con 7 atacantes, metió 6 goles. De los cuáles 4 de ellos llegaron en situaciones muy claras en las que la selección danesa aprovechó la superioridad (un gol de Hansen desde 8 metros, uno desde el pivote con Toft Hansen completamente solo, otro de Søndergaard desde el lateral llegando a 6 metros y uno de Mortensen desde el extremo entrando con mucho espacio). Para los otros dos goles concedo el margen de duda y diré que no fueron gracias a la superioridad, uno fue de Olsen desde 7 metros tras una jugada individual y el otro de Lasse Svan desde el extremo con bastante menos espacio que el gol que metió Mortensen.
Es decir, tras 9 ataques (dejamos al margen los 2 minutos de inferioridad en los que estuvo Dinamarca) la selección de Guðmundsson metió 4 goles en situaciones claras fruto de la superioridad numérica y solo encajó 1 gol que no hubiera encajado con un portero en la portería. Habrá quien diga que nunca sabremos si Landin, que es un excelente portero, le hubiera parado los contraataques a Guigou. Eso ya sería entrar en el plano especulativo pero ya puestos a entrar podemos decir que quizás Guigou, que es un gran defensor en el exterior, quizás hubiera robado algún balón más estando en igualdad numérica. Probablemente la probabilidad de que sucediera esto será más alto a la de que Guigou fallase los dos contrataques contra Niklas Landin (esto ocurriría en 1 de cada 50 partidos, porcentaje del 2%).
Además, hay otro punto que no tuvimos en cuenta anteriormente y que de cara a este partido sí que deberíamos tener en presente, ya que la utilización del séptimo jugador seguro que fue empleada teniendo en cuenta un factor psicológico. En las dos últimas finales Dinamarca perdió el título en la primera parte y esto era algo que Guðmundsson quería y necesitaba evitar como fuera. En el Mundial 2013, ante España, Dinamarca llegó al descanso perdiendo 18-10 (en el minuto 17 iban 9-7) y en el Europeo 2014, contra Francia, mismo rival que en Río, Dinamarca llegó al intermedio perdiendo 16-23 (en el minuto 17 el resultado era de 4-13). En este caso el entrenador islandés optó por evitarlo atacando en superioridad numérica durante los primeros instantes del partido.
En definitiva no podemos decir que táctica inicial de Dinamarca fue definitoria en el resultado del partido pero sí que podemos decir que no fue negativa e incluso podemos intuir que su planteamiento acabó siendo positivo. Esos 17 minutos, en los que Dinamarca estuvo 2 minutos en inferioridad, el resultado era de 9-10 para Francia, con balón para empatar para la selección danesa. Es decir, salvó el tramo inicial y llegó en posición de meter un arreón aprovechando las rotaciones francesas, tal y como fue al final. Algo indicativo de que la estrategia no fue negativa para una selección que ya luce con orgullo el oro olímpico.
Edu Agulló | @Eduagullo