Víctor García ‘Pillo’ | @VictorG_Pillo
Ambos equipos se presentaban en esta segunda jornada con cierta carga de negatividad. Los hispanos motivada por el nivel de juego mostrado frente a Eslovenia, mitigado por una victoria in extremis que eclipsó las dudas de juego; y los suecos por la clara y sorpresiva derrota con Alemania.
Quizás por este motivo los entrenadores introdujeron cambios significativos en sus equipos iniciales.
Tratando de evitar que los suecos utilizaran su letal juego de contraataque, Ribera, inicialmente, planteó una defensa 5:1 sin cambios ataque-defensa, con Kauldi Odriozola en avanzado, dejando el exterior derecho defensivo para que fuera ocupado por Alex Dujshebaev; y Sánchez Migallón atacando en el izquierdo y de central defensivo; dejando el exterior derecho para Adria Figueras, pivote elegido para jugar estos minutos iniciales.
Los suecos, Carlsbogard de inicio y con la baja de su pivote y fantástico defensor Max Darj; se plantaban con su ya habitual y casi inalterable defensa 6:0, potente, contundente en zona central que, en algunas ocasiones quedaron sin sanción disciplinaria por parte de la pareja arbitral checa.
Con este planteamiento de inicio, lo cierto es que el ataque español tenía problemas para jugar en posicional, sin fluidez ni verticalidad, limitándose a jugar acciones de 1×1 con muy poca continuidad, escaso juego combinativo y reiteradas trayectorias al centro de la primera línea, que en la mayoría de las ocasiones coincidía con nuestro pivote, ubicado en esa zona, lo cual acababa provocando una importante reducción de espacios y mucha condensación de jugadores en esos 4 metros centrales.
Esa falta de “anchura” en el juego convertía a nuestros extremos en auténticos convidados de piedra que recibían muy pocos balones en su puesto.
Por su parte, el ataque sueco vivía casi en exclusiva de las acciones de 1×1 de Felix Claar y trayectorias largas hasta lateral contrario de Lukas Sandell. Ambas acciones, indescifrables para nuestra zona central defensiva, excesivamente blanda, con escasa movilidad y muy individualizada.
Lo cierto es que en el minuto 9 de partido Ribera dió un cambio radical a la situación dando entrada a Aleix Gómez y Dani Fdez. en los extremo y Abel Serdio en el pivote, cambiando la defensa a 6:0.
Las prestaciones y eficacia del juego no mejoraron.
Todas estas circunstancias, unido a la inexistencia de juego de contraataque, (0 contraataques en los primeros 30’). Incluso no se aprovechó el contragol que tan buenos resultados nos había dado en el partido de Eslovenia. Todo esto, desencadenó un parcial de 5-1 para los suecos que se reflejó en un preocupante 11-7 en el minuto 24.
Solo un arreón final jugando con 2 pivotes abiertos que descongestionaron la zona central, facilitó que nuestra primera línea, ahora si con más espacios, jugara acciones de 1×1 a base de coraje y empuje, igualando el marcador 11-11 al descanso.
La eficacia de esos minutos finales del primer tiempo no tuvo continuidad en el segundo. Un parcial de 5-1, fruto de similares errores a los cometidos en el 1º tiempo, puso un 16-12 en el marcador, que los suecos fueron gestionando e incluso ampliando sin que en ningún momento peligrara la victoria. A falta de poco más de 4 minutos llegaron a tener un 28-21 que, de mantenerse al final, hubiera sido dramático para España. Vista los demás resultados y la igualdad existente, creo que el golaveraje puede ser determinante de la posición final que ocupe cada equipo.
Al igual que en la 1ª parte un último acelerón final a base de casta y orgullo permitió mitigar el daño con un parcial 2-6 que colocó en marcador final un 29-26 ya menos doloroso.