Víctor García ‘Pillo’ | @VictorG_Pillo
En la lucha por las medallas de un torneo con tanta exigencia, suelen estar los que lo merecen. Tres de los clasificados para semifinales: Dinamarca, Francia y Suecia partían como favoritos en todas las quinielas antes del inicio del campeonato. ¿Y Alemania? pues también, quizá un punto por debajo de las favoritas; pero su condición de anfitriona (con todo lo que eso conlleva) podía suplir su teórica inferioridad y plantarse en el último fin de semana.
En una cosa coinciden los cuatro equipos: consiguieron su pase a semifinales antes de que se disputara la última jornada de la Ronda Principal. Y, también los 4 aprovecharon la intrascendente última jornada para utilizar un plan de partido con más rotaciones y descanso a sus jugadores más castigados.
La primera semifinal, a priori, se intuía la más dura.
Francia comparecía con pleno de victorias, cediendo solo un punto en el sorpresivo empate con Suiza de la fase de grupos. En todos sus partidos transmitió una sensación de jugar con el freno de mano puesto, al tran tran, apretando solo cuando el resultado lo exigía.
En la semifinal no iba a ser diferente.
Suecia se presentaba con 2 derrotas, frente a Dinamarca 28-27 y otra intrascendente con Noruega en la ya mencionada última jornada de la MRI.
Los suecos solo tenían mejores números que los franceses en portería (32% por 29% de los franceses; y en el juego rápido con 37 goles de contraataque por 22 de su rival.
En lo demás, los números de Francia eran superiores. Significativo el dato de que su ataque con 239 goles era el máximo goleador del campeonato hasta ese momento. Los suecos consiguieron 218 goles. En las pérdidas de balón (dato, que personalmente considero de importancia) la ventaja también era para Francia 54 por 66 de Suecia, casi 2 más por partido.
Ambos equipos iniciaron el partido con mucho “miedo” con la precaución propia de la que estaba en juego. La falta de fluidez en ataque y las imprecisiones de ambos quitaban lucidez al espectáculo. Un par de buenas defensas (como siempre la defensa al rescate) y un par de paradas de Bellahcene cambiaron el rumbo del juego y pusieron a Francia en órbita. En el 14’ dominaban el marcador con un abultado 10-4 .
Su endeble defensa y la escasa aportación de Palicka privaban a los suecos de su principal arma: el juego rápido. Cuando los suecos no corren sufren.
La salida de Claar, compartiendo 1ª línea con Gottfridsson, y alguna pérdida de balón del rival, sirvieron de pequeño revulsivo que, a pesar de que aun la desventaja era clara, evitar el descalabro total que podía haber sido este primer tiempo.
Un claro 17-11 al descanso presagiaba que la victoria francesa estaba cerca.
Nada más lejos de la realidad. En la reanudación, Francia fiel a su estilo, alternando momentos muy buenos (1ª parte) con otros muy malos (2ª parte) en un constante hacer la goma, que permite las remontadas de los rivales hasta ponerse por delante.
En este partido no iba a ser menos y este jugueteo con el marcador pudo haberle costado un disgusto gordo. Solo la suerte, algunas discutidas decisiones arbitrales y el poderosísimo brazo de Elohim Prandi evitaron la catástrofe.
El inicio el segundo tiempo francés fue desastroso. Las rotaciones, la aparición estelar de Palicka, y un inmenso Félix Claar cambiaron el rumbo del partido. El central del Magdeburg seguía haciendo daño en sus penetraciones y lanzamiento ante una defensa francesa ahora mucho más vulnerable. En consecuencia, cada acción individual o colectiva de “les blues» finalizaba irremediablemente en un pequeño desastre que aprovecharon los suecos para endosar un parcial de 1-7 al minuto 39 que suponía el empate a 18-18.
Y vuelta a empezar. El ataque francés se atascó utilizando prácticamente como único recurso la reiteración de 1×1, que fácilmente defendía el potente 6:0 sueco y, en última instancia, Palicka.
Salvo que estuvieran lesionados parece poco entendible que en esta situación tan crispada del ataque francés no se hubiera sondeado la entrada (aunque solo fuera unos minutos para ver que pasaba) de Kentin Mahé, tratando de ampliar un poco mas las opciones de ataque con un juego colectivo un poco más elaborado y versátil.
Tampoco parece lógico (insisto salvo problema físico) que Nicolas Tournat no participara en un partido que empezaba a tener mala pinta rotando con Fabregas, sin perder excesiva calidad en el juego de ataque en esos momentos muy pero muy atascado. Ni un minuto jugó el buen pivote del Kielce
En fin, que por una cosa u otra el partido casi estaba en el bolsillo de los nórdicos. Pero Francia siempre resurge y llegan los minutos finales en los que sucede de todo.
Malas tomas de decisión de los suecos, alguna decisión arbitral cuestionable (una posible falta en ataque de Mem, un fuera de banda erróneamente señalada, el golpe franco directo de Prandi que, en mi opinión, no debió haber subido al marcador) y por supuesto el acierto en puntuales acciones finales de “Les Experts”; invierten una vez mas la tendencia y Francia se gana el derecho a jugar la prórroga.
Y como casi siempre, en situaciones limite Francia gana.