Víctor García Pillo | @VictorG_Pillo
El buen partido que cuajó Granollers en Rumania no tuvo continuidad ayer en la
capital del Vallés.
En la ida, el BM Granollers, pudo dejar sentenciada la eliminatoria, pero unos minutos
finales de cierto relax y desacierto dejaron una ventaja de 6 goles en tan solo 2. Ese
arreón final metió al Constanta en la eliminatoria y permitió a sus jugadores “creer” en
la remontada.
El CSM Constanta es un buen equipo, 3º clasificado en la pasada liga rumana, con
un buen entrenador y un jugador de calidad por puesto. En el Olímpico fue superior a un
Granollers, que nunca estuvo cómodo, que entró desacertado y salió desacertado del
partido.
Con la lección bien aprendida, los rumanos plantearon una defensa 6:0, haciendo
2 cambios Chikovani y Caba entraban en defensa para ocupar el bloque central; mucho
más cerrada y compacta que la utilizada en el partido de ida. La escasez de espacios
cortocircuitó la talentosa 1ª línea de Granollers que, en el partido de ida, se había
movido como pez en el agua frente a una defensa; también 6:0; pero en aquella ocasión
mucho más abierta, individualizada, profunda y con pocas ayudas. Quizás aquella
interpretación tan abierta del 6:0 no fue la más adecuada a las características físicas
y técnico-tácticas de los jugadores rumanos: grandes, potentes con poca movilidad y
deficiente velocidad de desplazamiento. Las constantes situaciones de 1×1 con mucho
espacio eran una invitación para que, Reguart, Faruk o Castillo, encararan en 1×1 con
espacio a sus oponentes directos.
Ese pequeño cambio en la ejecución del 6:0, unido a la ausencia de lanzamiento
exterior de la 1ª línea vallesana; el poco juego en achura para finalizaciones por zonas
exteriores; la falta de acierto en las tomas de decisión en juego posicional (10 pérdidas
de balón y 5 faltas técnicas frente a las 4 y 2 respectivamente de los rumanos), y
finalmente la sensacional actuación de su portero Vasile (14/32 para un 43%) facilitaron
el éxito de ese entramado defensivo.
La tarjeta roja al excesivamente “contundente” Chikovani les obligó a un cambio de
sistema defensivo, pasando a 5:1. Este cambio hizo albergar esperanzas de que el
ataque de vallesano, con mas espacio, se “quitara el corsé” para jugar con fluidez y frescura, al nivel del partido de ida. Pero no fue asi, el atasco seguía siendo importante.
Ni siquiera dio resultado la opción que utilizo Rama de jugar muchos minutos con 3
diestros en 1ª línea: A. Garcia-Reguart y F. Castillo. Solo este último parecía tener
recursos para filtrarse entre las “líneas defensivas” rivales.
Por lo que respecta al juego de ataque rumano, se sustenta en una 1ª línea
potente con capacidad de lanzamiento exterior, sobre todo del lateral izquierdo ruso
Komogorov (6 goles en la ida, ayer actuación deficiente 1 de 6 lanzamientos) y el lateral
derecho bielorruso Aliokhin, autor de 7 goles. Pero en mi opinión es un ataque previsible
con poca creatividad, verticalidad y limitado tácticamente. Limitación que se hizo más
evidente cuando acertadamente Antonio Rama, en el segundo tiempo salió con defensa 5:1
obligando a “pensar” al ataque rival. El bajón en su eficacia fue evidente: solo 6 goles en
los 30’ del segundo tiempo.
Buenos extremos: Ravnic (fantástico extremo izquierdo croata) y los zurdos
Ionita y el serbio Stankovic; y 2 pivotes de nivel el serbio Nikolic y el viejo conocido por
estos lares Gaston Mouriño, ex de, entre otros, Zamora, Valldolid, Bidasoa completan
una buena plantilla contra la que hay que jugar a cierto nivel para ganar.
La defensa vallesana no estuvo mal. Al igual que su rival jugaba en 6:0 utilizando
tambien 2 cambios defensa-ataque, los solventes y consolidados Oriol Rey y Joan Amigo
eran los “dueños” de la parcela central. Junto al resto de sus compañeros protegían
aceptablemente a un buen Roberto Rodríguez (su actuación en el 1º tiempo impidió una
mayor desventaja en el marcador). Encajar 20 goles en un partido de European League es un buen objetivo que necesariamente tiene que darte la victoria, sobre todo si juegas como local. El apagón
generalizado del ataque, con tan solo 18 goles en los 60’ de juego, es un lastre que en el
balonmano actual difícilmente te puede dar la victoria.