Las únicas selecciones que en categoría masculina han sido campeonas del mundo en más de dos ocasiones son solo tres. Francia, con cinco títulos, y Suecia y Rumanía, con cuatro cada una. Sí, Rumanía, que aunque hoy en día no lo parezca fue una de las grandes potencias del balonmano mundial.
Durante tres décadas, desde los 60′ hasta el inicio de los 90′, Rumanía fue referencia mundial en nuestro deporte. El foco estaba puesto en un balonmano rumano que cosechaba medallas competición tras competición. Pero llegó un día en el que la luz se apagó y el ocaso sumió a Rumanía en la oscuridad total.
Marzo de 1990 fue la última vez en la que el sol salió en el balonmano rumano. En el Mundial de Checoslovaquia Rumanía se llevó la medalla de bronce, solo por detrás de Suecia y la Unión Soviética y desde entonces la caída ha sido estrepitosa. Desde aquella cita se han celebrado 12 Campeonatos del Mundo (Rumanía solo ha jugado 4 y tampoco está clasificada para Francia 2017); se han disputado 12 Europeos (solo se clasificó para Portugal 1994 y España 1996) y 7 Juegos Olímpicos (solo acudió a Barcelona 92). Es decir, 31 grandes torneos y solo 7 presencias para una Rumanía que lo fue todo (2/23 en el siglo XXI).
La selección femenina también dominó el balonmano durante los años 60′, pero su ocaso no fue tan profundo como con la selección masculina. Tras ganar tres mundiales entre 1956 y 1962 los éxitos cesaron pero Rumanía siguió acudiendo a las grandes citas hasta que en 2005 volvió a subirse al podio de un Mundial. En Rusia acabó colgándose al cuello la medalla de plata tras perder la final ante la anfitrionas.
En pocos años Rumanía pasó de ser una asidua en podios de Mundiales, Europeos y Juegos Olímpicos a no llegar a clasificarse. La situación era dramática y necesitaba un cambio drástico.
Fuera de grandes torneos desde el Mundial de Suecia 2011, Rumanía quería volver a codearse con las mejores selecciones del planeta y para ello apostó por Pasqui, entrenador del FC Barcelona y ganador de la EHF Champions League en dos ocasiones (2011 y 2015).
El proyecto de Xavier Pascual comenzaría con la fase de clasificación para el Europeo 2018. Cuando han pasado ya 20 años desde la última vez que Rumanía participó en un Europeo, deberá pasar un duro grupo para poder estar en la cita de Croacia. Los primeros rivales eran Bielorrusia y Polonia, habituales en Mundiales y Europeos en los últimos años. Difícil tarea para un proyecto en construcción. Pero lejos de ver una Rumanía por hacer Pasqui ha conseguido comenzar esta fase de clasificación de la mejor manera posible, con dos victorias de prestigio.
La relevancia de estas dos victorias es tal que el triunfo ante Bielorrusia fue la primera victoria en esta misma ronda de clasificación para un Europeo desde junio de 2009. En la previa del Europeo de Polonia 2016 ni siquiera alcanzó esta fase de grupos, Rumanía quedó eliminado en el playoff previo ante Finlandia. Además, tanto en la fase de clasificación para el Europeo de Dinamarca 2014 como para el Europeo de Serbia 2012 no consiguió sumar ningún punto.
La caída de Rumanía llegó hasta tal punto que esta fase de clasificación para el Europeo 2018 la tuvo que empezar en 2014 jugando una primera fase donde se ven las caras los peores equipos del viejo continente. La selección que ahora dirige Pasqui se tuvo que enfrentar a Italia y Kosovo en una primera ronda donde también competían equipos tan débiles como Chipre, Georgia o Estonia, entre otros.
Pasada aquella ronda y el playoff jugado ante Israel en abril de 2016, Rumanía comenzó esta semana una nueva aventura con el objetivo de volver a un gran torneo. Pasqui tiene entre manos un muñeco de barro que si se dirige con manos diestras puede dar una figura lo suficientemente atractiva como para llegar a estar expuesta en las pistas de Europeos y Mundiales.
Combinando veteranos experimentados con jóvenes talentos que comienzan a despuntar en Europa, Rumanía presenta una selección capacitada para dar guerra a cualquier otra selección, tal y como ha dejado más que demostrado tras estos dos primeros partidos.
El salto de calidad se lo dan jugadores que militan en ligas extranjeras. Como es el caso del portero Mihai Popescu o del lateral Alexandru Csepreghi, ambos jugadores del Saint Raphael. También es el caso del lateral Ionut Ramba, jugador del TBV Lemgo o el efectivo extremo derecho Valentin Ghionea, jugador del Orlen Wisla Plock desde hace cinco temporadas.
Además, Pasqui también podría contar con otros dos laterales excepcionales como son Dan Emil Racotea, una de las grandes promesas del balonmano europeo, y Alexandru Simicu, jugador del Saint Raphael. El primero no pudo acudir a la cita por una lesión en el tobillo pero está llamado a ser el líder de esta selección en los próximos años (con 19 años y vistiendo la camiseta del Wisla Plock debutó en la EHF Champions League dejando muy buenas sensaciones). El segundo ha renunciado a la selección aunque Pasqui aun no lo da por perdido para futuros compromisos.
Juntos a ellos y otros jugadores de experiencia en territorio rumano como Iulian Mocanu, Fenici, Marius Sadoveac, Razvan Pavel o Iulian Stamate (pivote con pasado en el Pick Szeged) Pasqui consigue confeccionar un bloque que permite combinar la inmediata competitividad a nivel europeo con el crecimiento de jóvenes talentos como el extremo izquierdo Cristian Negru (máximo goleador del Mundial Juvenil 2013 y del Mundial Júnior 2015), el portero Ianco Ionut o el pivote Andras Szasz.
Atrás quedaron los años donde Rumanía era uno de los cocos del balonmano mundial, algo que le llevó a conquistar 4 Mundiales y 4 medallas olímpicas. Atrás dejamos aquella época donde equipos rumanos dominaban el panorama europeo, Steaua Bucarest ganó la EHF Champions League en 1968 y 1977; el Dinamo Bucarest fue campeón de Europa en 1995, y el Baia Mare levantó la EHF Cup en 1985 y 1988. Atrás quedan nombres como Alexandru Buligan, Vasile Stîngă, Alexandru Dedu, Maricel Voinea, Robert Licu o Ștefan Birtalan, muchos de ellos con pasado en el balonmano español. Pero el sol vuelve a salir para el balonmano rumano en categoría masculina. Se comenzaban a ver los primeros rayos de sol cuando el HCM Constanta alcanzó la Final4 de la EHF Cup en 2014 y se va confirmando el alba con la llegada de Pasqui al banquillo de la selección rumana. La victoria en Bielorrusia y el triunfo conseguido ante todo un semifinalista olímpico como es Polonia pronostican el fin de la oscuridad para el balonmano rumano.
Edu Agulló | @Eduagullo