Víctor García ‘Pillo’ | @VictorG_Pillo
Haciendo un análisis simplista del partido tenemos que reconocer que el balonmano, como casi todos los deportes colectivos, es un deporte en el que la eficacia decide los resultados. En cierta medida viene a ser un deporte de precisión ya que el objetivo es introducir un objeto esférico dentro de una portería que defiende un jugador del equipo rival.
En casi todos los partidos, pero sobre todo en los importantes, los de alto nivel; el éxito en la finalización se convierte en la fase más decisiva del juego. Es por ello que el objetivo prioritario de todo sistema de ataque es tratar de conseguir buenas situaciones de los atacantes para que el lanzamiento se produzca en las mejores condiciones posibles.
Una vez conseguido ese primer objetivo, a través del juego combinativo y táctico, entran en acción por un lado la calidad, y buena localización del lanzamiento y, por otro, la capacidad de reacción, anticipación y buena colocación del portero.
Lo cierto es que en el partido de hoy el juego de ataque Hispano no fue del todo malo, con los atascos y algunas desconexiones ya habituales, creo que ha sido el partido en el que más y mejores ocasiones de gol hemos “fabricado”. Solo la nefasta calidad de ejecución en algunos lanzamientos (algunos dirigidos al centro de la portería impactaron en el cuerpo de Wolff) y la fantástica actuación del hasta hoy inédito, Andreas Wolff decantaron la victoria hacia el equipo que quizás había hecho menos cosas para conseguirla.
Cualquier análisis táctico profundo y sesudo para analizar la victoria alemana queda en supeditado a la majestuosa actuación de Andreas Wolff.
Si en partido de la fase de grupos había sido determinante el joven David Späth con 16 paradas en los últimos 17 minutos; hoy Wolff se marcó un 22/45, ni más ni menos que 49% decisivo para la victoria de su equipo.
Los excelentes números de la portería son inversamente proporcionales a los números que presenta el ataque hispano, extraordinariamente inusuales en partidos de cierto nivel:
46% (24 de 52) de eficacia general; 50% en lanzamientos de 6 metros y un 29% catastrófico porcentaje en lanzamientos de 9 metros (7 de 24). Con estos números es difícil ganar.
Defensivamente el partido fue una prueba más de la mejoría que ha mostrado España.
Buena ejecución del ya clásico 6:0, con S. Migallón (haciendo cambio defensa-ataque con Tarrafeta) y Javi Rodríguez en el centro; Maqueda (que entraba por Alex D.) y Dani D. en los segundos, dejando los exteriores para Dani Fernández y Kauldi Odriozola.
Pérez de Vargas, en su línea habitual, cuajó un buen 1º tiempo y un poco más flojo el segundo, por lo que Ribera dio entrada por unos minutos a Rodrigo Corrales.
Buena muestra de las buenas prestaciones defensivas fue el hecho de que el hasta hoy jugador más determinante del ataque alemán, el zurdo Renars Uscins, hizo 0 de 3 en los primeros minutos, que lo mandó al banquillo. Tras el descanso tomó la riendas del juego de ataque alemán, se echó el equipo a la espalda con un inicio fulgurante consiguió 5 goles en 12 minutos evitando que España se fuera en el marcador y provocando dudas en la, hasta ese momento, buena defensa hispana.
A partir de esos minutos iniciales el partido entró en esa fase de locura que tanto gusta a los nuestros y de la que sacamos rendimiento poniéndonos por encima en el marcador con balón para 2 arriba a falta de 5’.
En definitiva, una buena oportunidad perdida de conseguir la tan ansiada final olímpica que, más allá de la decepción por la derrota, debe interpretarse como un paso más hacia la consolidación de muchos de estos jugadores casi neófitos en estas lides, a los que nada puede reprochársele, más allá del desacierto en la finalización. Faceta del juego relativamente fácil de mejorar y que sin duda mejorarán tanto por el trabajo específico en sus clubes como por su participación en futuros partidos de tanta o más importancia que este.
El próximo domingo, en la lucha por el bronce, tendrán buena oportunidad recuperar sensaciones y subsanar errores cometidos hoy.